Mi camino en la peluquería comenzó casi por casualidad. Con 24 años, mientras pensaba en dedicarme a la psicología, una pasión que pronto descubrí que era más un hobby que una verdadera vocación, decidí adentrarme en el mundo de la imagen personal. Mi idea inicial era formarme en asesoría de imagen, pero opté por empezar por peluquería para tener una base más sólida. Y fue entonces cuando descubrí mi verdadera pasión.

Desde ese momento, no he dejado de crecer en esta profesión. Tras más de diez años de experiencia, hoy tengo el orgullo de inaugurar mi propio estudio en plena Diagonal, en uno de los edificios modernistas más emblemáticos de Barcelona.

Mi trayectoria profesional ha estado llena de aprendizajes, desde mis primeros años en pequeñas peluquerías hasta proyectos más grandes. Cada etapa me ha aportado las herramientas necesarias para construir mi propio camino.

Además, llevo la peluquería en la sangre: soy la segunda generación de peluqueros en mi familia. Mi madre, que empezó con solo 15 años en Bolivia, nos sacó adelante a mis hermanas y a mí gracias a su esfuerzo detrás de un secador. Curiosamente, de pequeño odiaba el ruido del secador… y ahora no puedo imaginar mi vida sin él.

Culture Studio es el reflejo de todo ese recorrido: pasión, dedicación y la ilusión de ofrecer siempre lo mejor a cada cliente.